I

(a Taché. Por ese anillo que siempre lleva su nombre)


El Sol sale en Barcelona. Con los ojos aún resentido por el brusco despertar, caminas hacia la estación sin tener claro todavía porqué te encuentras en la ciudad de la Sagrada Familia. Que no te importe; lo importante es que estás aquí. Y lo compruebas cuando subes a un Cercanías abarrotado de gente. Bueno, estás incómodo, pero en veinte minutos estarás en tu destino.

Cuídate de no retrasar tu reloj. Aquí no existe el 36 y tu tren, salvo estos últimos contratiempos, saldrá puntual a la hora que marcan las pantallas de la estación. Eso sí, los trenes son como un enorme 36, y la gente peleo por cualquier hueco libre.





"Propera estaciò... Barcelona, Passeig de Gràcia".

Cambio de vías. Yo creo que la estación de Gràcia es el sitio más grande del Mundo. Toca cambiar el tren por el metro, y tienes la sensación de recorrer media ciudad por el subsuelo. En fin... suena un acordeón.

Sorprende salir a la superficie. Para quien nunca haya visitado la ciudad, el consejo es no buscar la salida. En Barcelona no existen. El bilingüismo es evidente en todas partes excepto cuando marchas de cualquier sitio. Como si quisieran atraparte en este universo de cultura y de civismo.

Grande como ella sola, Barcelona es diferente. No busques la salida. Busca la sortida, en todo caso.

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